Amnistía encubierta, Ramón Galindo
Y con esto poco a poco, ya van cumpliéndose varios años desde que en la paz de la sobremesa dominical, mezclo la aún más vieja costumbre de encender un puro con la de espontáneamente escribir unas letras. A veces y precisamente esa espontaneidad de teclear en en móvil mientras fumo sin corrector ortográfico, y lanzar al infinito internet mis pensamientos, me preocupa por si meto algún fallo de puntuación u ortografía, pero cuando oigo hablar a algunos miembros del gobierno, me tranquilizo pensando que con toda seguridad, que aún con mis fallos, yo escribo mejor que ellos hablan.
Dicho esto, o mejor dicho -valga la redundancia-, escrito esto, también quiero aclarar que a veces y cuando aclaran los cabellos y van pasando los años son muchas las ocasiones en las que desde el más humilde de los puestos y pese a la lucha que queramos dar, no vamos a salir a lanzar adoquines, no vamos a incendiar contenedores, no vamos contratar matones con el dinero del Estado o del partido, ni a dar paseíllos (que es lo que por muy poco les ha faltado «a algunos») pero si vamos a mantenernos atentos a despertar la responsabilidad como la de los madrileños, que de una u otra forma han logrado demostrar.
Y mientras Ayuso y Monasterio han despertado a casi un 25% que antes se abstenía en las urnas -¡Por algo será! En el Congreso siguen insultándose con esa máxima de que ofende quien puede y no quien quiere, y se llegan a cruzar vilipendios del calibre de: «Cara de Rivera»; y tú más…»cara de Zapatero».
Y así también se ha cumplido el décimo aniversario de la acampada del 15-M. Movimiento político, que pese a la moto que nos quisieron vender, no era más que la semilla de unos jóvenes universitarios comunistas radicalizados y próximos a la organización terrorista ETA, que previo cursillo in situ en las entrañas del chavismo y patrocinados por ellos, una vez más quisieron mutar la simbología del martillo y la hoz, de la misma forma que durante la transición lo hicieron con Izquierda Unida y que cuando ya habían desgastado esas obsoletas y criminales ideas, quisieron darle otro aire modernista, aplicando un restyling a unas fórmulas, que como consecuencia de la Segunda Guerra Mundial, tuvieron más suerte que los Nazis y no permitieron que los fotógrafos llegarán a los campos de concentración y exterminio de Siberia, donde ganaron por goleada la liga del genocidio.
Fruto de este movimiento -al que el egocentrista e inepto Sanchez se agarró para subirse al Falcon-, que con la dimisión de Iglesias -que no es más que un nuevo restyling-, los resultados de sus objetivos ya se están viendo venir; una amnistía encubierta de los asesinos de ETA.
Hoy no voy a dejar pasar algún comentario sobre los cohetes Yihadistas y los bombardeos Israelíes, pues desde que era pequeño, desde la época de Golda Meir, no he parado de oír y leer sobre esto, y no es más que más de lo mismo: Diáspora, Intifada, Gaza y Cisjordania, y acuerdos de Camp David. Pero el modum operandi es el mismo, pedradas y adoquines, linchamientos, misiles palestinos lanzados desde escuelas y hospitales utilizando de escudos humanos a niños y enfermos, y escudos antimisiles judios y demoliciones de las viviendas de los líderes de Hammas y la Yihad islámica.
Aquí algo falla humanamente, se matan entre ellos, pero las mujeres que no quieren someterse al indiscutible machismo musulmán y los homosexuales árabes corren a refugiarse en las zonas judías para que sus compatriotas no las dilapiden enterradas por la cintura, o los cuelguen con una soga por el cuello desde el gancho de una grúa.
Como mola desde aquí adornar los mítines de de las extremas izquierdas, con el colorido de los kufiyyas y hattas (pañuelos palestinos) al estilo Yasser Arafat, mientras que allí degüellan a quienes muestren el más mínimo signo de libertad.
Pues yo, desde aquí, a veces sin ni siquiera reeler lo que escribo, sin repasar ni corregir, sin miedo al que dirán, con faltas de ortografía o sin ellas, seguiré denunciando a mi manera a todos estos villanos y bocazas, que se agarran al populismo al precio que sea, que dicen una cosa y hacen otra, o que se enriquecen con la ignorancia de sus «votantes, votantas y votontontos». Incluidos los de la última remesa de detenidos por corrupción.
Y así con el puro de los domingos ya humeando, a vuestra salud y en perjuicio de la mía, aprovecho para enviar un fuerte abrazo a amigos y familiares.
RAMON GALINDO