Sociedad y Cultura

Anesvad alerta de la sobreexposición a las Enfermedades Tropicales Desatendidas que sufren las mujeres en África subsahariana

Por el Día Internacional de la Mujer

Anesvad alerta de la sobreexposición a las Enfermedades Tropicales Desatendidas que sufren las mujeres en África subsahariana

  • Factores socioculturales imponen a la mujer determinadas tareas domésticas que les obliga a estar en contacto directo con fuentes de contagio, como el agua insalubre.
  • La educación se presenta como una herramienta fundamental para conseguir romper con una situación de discriminación: sólo un 39% de las niñas de la región están matriculadas en el primer ciclo de secundaria.
  • Anesvad incorpora la perspectiva de género a todas sus líneas de trabajo.

Las mujeres y niñas en África subsahariana sufren las consecuencias de las Enfermedades Tropicales Desatendidas (ETD) de una manera más severa. Por eso, en el Día Internacional de la Mujer, Anesvad reclama una mayor atención para este colectivo y reivindica la educación como la base para su empoderamiento.

Y es que los condicionantes socioculturales son responsables del gran impacto de estas enfermedades olvidadas en mujeres y niñas. En países como Ghana, Togo o Benín se ven más expuestas a las ETD debido a costumbres como el reparto tradicional de roles por género. Por ejemplo, a las mujeres se las responsabiliza del cuidado de los menores, entre los que la tasa de contagio de pian o úlcera de Buruli es mayor.

Son también las encargadas de limpiar y cocinar, tareas que suelen realizar en unas deficientes condiciones higiénico-sanitarias. Además, como parte de sus responsabilidades domésticas, las mujeres recolectan, transportan, almacenan y gestionan dos terceras partes del total de agua que se utiliza para uso diario doméstico, lo que las expone a ciertas ETD cuya presencia se asocia a la mala salubridad de ésta.

A esta situación hay que añadir el hecho de que las secuelas físicas que dejan estas enfermedades incapacitantes limitan sus posibilidades de encontrar un empleo y ser autónomas. La fuerte discriminación social a la que se ven abocadas entonces condiciona su capacidad de relacionarse, prosperar y formar su propia familia, lo que las condena a vivir una vida de miseria y a entrar en un ciclo de pobreza, sometimiento social y exposición aún más prolongada a otras ETD.

Incluso aunque no se vean afectadas por alguna de estas enfermedades, es común que las mujeres y niñas sufran sus consecuencias sociales y económicas en primera persona, ya que suelen ser obligadas a dejar sus estudios o trabajos para ocuparse de otros miembros de la familia que hayan enfermado, o cuando se necesitan reforzar las labores domésticas.

Por ello, Anesvad reclama el papel de la educación para fomentar el empoderamiento femenino y romper con la situación de sobreexposición a estas enfermedades que sufren las mujeres. La organización considera la formación como motor de cambio que permita construir un futuro más equitativo para el colectivo femenino en los países de África subsahariana en los que opera, y recuerda que debe apostarse por políticas inclusivas en materia de educación desde edades tempranas, pues es entonces cuando a las niñas se las empieza a segregar.

Treinta millones de niñas que nunca serán escolarizadas

A pesar del esfuerzo realizado por los gobiernos africanos durante las últimas décadas para facilitar el acceso de los niños y niñas a la escuela, siguen persistiendo graves diferencias de género. En el rango infantil (6 a 11 años de edad) más de la mitad de la población no escolarizada del mundo se encuentra en África subsahariana, de entre las que destacan las niñas, que suponen el 60% del total: 17 millones.

Si se contabiliza toda la etapa escolar (hasta los 16 años), la cifra es aún más abrumadora. Según la Unesco, en África subsahariana hay cerca de 30 millones de niñas y adolescentes sin escolarizar que nunca pisarán un aula. Eso supone un 40% de la población mundial de mujeres jóvenes analfabetas.

Pero incluso para aquellas que sí están escolarizadas el futuro no es todo lo esperanzador que debería. Los datos indican que las niñas tienen menos posibilidades que los niños de terminar los estudios. Para muchas de ellas un recorrido lectivo de cinco años es el mayor nivel educativo al que pueden aspirar, pudiendo incluso repetir uno o más cursos durante este período. Ya como adolescentes, a muchas de las que superan ese límite se las sigue obligando a abandonar la escuela para que se dediquen al hogar o se preparen para contraer matrimonio. Sólo una de cada tres chicas acaba la educación secundaria.

Anesvad y la perspectiva de género

En sus intervenciones Anesvad promueve la Atención Primaria de Salud, con la que se persigue una distribución más justa y equitativa de los recursos que actúan como determinantes para la salud, siendo la educación uno de los más importantes. Además, la organización apuesta por reivindicar el papel de la mujer como titular de sus propios derechos y empoderarla para que pueda asumir de manera activa la toma de decisiones sobre su propia salud, algo para lo que la educación es fundamental.

En sus diversas líneas de trabajo Anesvad incorpora siempre la perspectiva de género, impulsando líneas específicas de empoderamiento de la mujer en relación al Derecho a la Salud, fomentando políticas de sensibilización que desafíen las barreras sociales que impiden la igualdad de acceso a la atención médica y prestando especial atención a las discriminaciones que implican una vulneración a los derechos que asisten a las mujeres en los países de África subsahariana en los que opera.

Pie de foto: Una mujer es atendida en Benín (Fotografía: Elssie Ansareo).

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