CABALLO DE TROYA, Ramón Galindo
Y con esto poco a poco saltaron la valla, y al parecer no sabían porqué lo hacían.
Pero lo curioso del caso es que un país como Marruecos, que construyó en mitad del desierto, un muro de largo como de aquí a Estambul (2.720 Km), con búnkers, alambradas y campos de minas, y desde el que disparan sin miramientos a quien se acerque por el otro lado, con la finalidad de que miles de saharauis desplazados por la guerra no pudieran regresar desde los campos de refugiados de Tindouf a sus lugares de nacimiento. Sin embargo no respetan, -o mejor dicho no nos hacemos respetar-, una frontera que tan sencillamente pueden atravesar con su pasaporte en regla para comprar en en el Mercadona, cortando la verja con una cizalla o nadando 30 o 40 metros (más o menos los que aquí se les exige a los niños de cinco y seis años en clase de iniciación a natación) con la total seguridad de que encima, si no salen corriendo, les van a regalar una manta, un bocadillo, ayudas de todo tipo, ingreso mínimo vital incluido, y la nueva modalidad de abrazo incorporado.
No es mi ánimo, ni muchísimo menos menospreciar la labor de los miembros de Cruz Roja, y aún menos de la chica que lo materializó, pero tampoco es entendible que para venir desde Londres o París te exijan una prueba PCR, llevar mascarilla y/o incluso cuarentena, y alguien te reciba con traje protector, guantes, mascarilla y pantalla, con un termómetro apuntándote a la frente. Y repito, más allá del resultado gráfico y publicitario del alto nivel de humanidad que aquí derrochamos, también lleva implícito un desprecio a todo el protocolo COVID de quien entra ilegalmente violando nuestra frontera. Ellos pegan tiros a quienes se acerquen a su valla y nosotros les damos abrazos a quienes violen la nuestra.
Marruecos ahora está viviendo su «bienvenido Mister Marshall» armándose proveyéndose de material de guerra norteamericano y no contentos con eso ensayaron su invasión a modo de «New Marcha Verde».
Ellos saben perfectamente que ya no estamos en la época de Aznar y Trillo, en la que a los gendarmes que ocuparon la isla del Perejil, al romper el status quo, les enviaron a un comando de Boinas Verdes de Infantería de Marina que «al alba y con fuerte viento de levante» les requisaron los Kaláshnikov y los sacaron de allí de una patada en el culo y sin pegar un sólo tiro. Operación que por cierto actualmente se incluye como ejemplo a seguir en los estudios estratégicos de las academias militares de varios países europeos.
El Rey Moro sabe perfectamente que una operación militar contra España, por muy bien armados que estén, no sería posible, o de muy caras consecuencias, pese a los bulos y fakes news de que en ocasiones cazas marroquíes sobrevuelan territorio nacional. Y aunque el propio Comandante en Jefe de de Gendarmería del Reino Alahuita, Mohammed Haramou, presuma de haber demostrado que pueden ocupar Ceuta en 10 minutos. Lo que el General Moro no sabe es que si él pone una bota en la ciudad española, nos bastaría sólo con «Pablito» -el carnero de la Legión- para devolverlo a topadas en su real trasero por la puerta trasera de la valla del Tarajal, de la misma forma que ya les devolvimos a sus gendarmes del islote de las cuatro cabras, y a este no le íbamos a dar abrazos, ni manta, ni bocadillo, ni paguita ¿O sí? ¡No lo sé! No estoy seguro, con Sánchez nunca se sabe. Si ha cogido el Falcon y el helicóptero -que ya tenía mono- para plantarse allí, pese al “caluroso” recibimiento con el que le obsequiaron «los caballas» -que hizo lo que debía- aunque dijo que la soberanía del territorio español es intocable, y como ya sabemos la validez de su palabra, debe ser por eso el planteamiento de mis dudas.
Y de los flecos de esta crisis, sólo espero que a los MENAS, que sacaron del colegio y los subieron en autobuses con la promesa de ver a Ronaldo, y que sus padres no puedan o no quieran recuperarlos, no los manden bajo la tutela del Instituto Mallorquín de Asuntos Sociales, por lo que les pueda pasar y luego no se pueda investigar. Porque si estos se arañan con la alambrada, las chicas de las tetas pintarrajeadas y «la pistolera» de Más Madrid son capaces de montar un pollo, pero si «les meten mano» corren un tupido velo.
Lo que tampoco llego a comprender es como «ninguna, ninguno ni ningune» de «estos, estas y estes» pese a vivir en lujosos chalets y amplios pisos con vistas al Parque del Retiro, o con más Guardias Civiles por metro de valla en sus jardines que en la de Ceuta o Melilla, no acojan a ningún MENA en sus casas.
De todo esto me quedo con dos ya épicas contestaciones lapidarias.
-La de aquel Mosso de Escuadra, que habría que volvérsela a repetir al recién estrenado Aragonés (de apellido e históricamente de nacimiento) Presidente de la Generalidad: «la república no existe idiota».
-Y la del Regular de Ceuta que montaba guardia en la valla: “Lo que estos no saben es que yo no me muevo de aquí hasta que mi sargento me lo ordene, y puedo estar tres días sin comer ni dormir».
Como no puede ser de otra forma, aunque la fotografía de hoy es de hace mucho tiempo en mitad del desierto del Sahara, donde me tropecé con unas maniobras del Frente Polisario, el puro de hoy va dedicado a vuestra salud y en perjuicio de la mía, y especialmente a los colchoneros por su “partido a partido” y su victoria en la liga.
Un fuerte abrazo para ellos.
Ramón Galindo.