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Dignidad en el Toreo. I / Por Rafael COMINO DELGADO.

 

Fuente: torosnoticiasmurcia.com

<LECCIONES MAGISTRALES>> POR RAFAEL COMINO DELGADO>>

La palabra Dignidad deriva de latín Dignitas que significa “valioso”, aunque en el diccionario de la RAE tiene varias acepciones. Nos vamos a referir fundamentalmente a dos: “cualidad de valioso” y “gravedad y decoro de las personas en la forma de comportarse”.

La primera, o “cualidad de valioso” es un valor inherente al ser humano, por ser racional, con libertad para crear y modular su vida mediante sus decisiones libres.Por tanto solo los seres racionales (los humanos) pueden ser libres y dignos. Para ser digno por sí mismo es necesario ser capaz de comprender el concepto Dignidad;es necesario comprender que determinadas cosas en la vida no tienen un valor material sino solo inmaterial, como la dignidad de la persona, sus principios morales determinados por su ética. Hemos de tener presente que en nuestra cultura occidental la dignidad del ser humano es el centro de la concepción ética y jurídica.

El filosofo guatemalteco Luis RECASENS SICHES (1986), afirma que el pensamiento de la Dignidad en el hombre consiste en reconocer que tiene fines propios que cumplir por sí mismo.

Desde el punto de vista Teológico, la Dignidad se fundamenta en que el hombre es hijo de Dios, creado a su imagen y semejanza.El hombre es la única criatura, por ser racional, sobre la Tierra, a la que Dios llama a compartir su divinidad en el conocimiento y en el amor. En ello y en que el hombre tiene fines propios que cumplir, precisamente, reside la Dignidad.

La otra acepción de la palabra Dignidad, y en la que también entraremos, “gravedad y decoro de las personas en la forma de comportarse”, reside en la forma de comportarse; “un hombre es digno cuando actúa dignamente en su forma de comportarse en la vida, cuando es fiel a unos principios y dueño de sus acciones éticas”.

Así pues, el hombre es digno por ser racional con libertad y porque tiene unos fines propios que cumplir, pero deberá comportarse dignamente para mantener esa dignidad, si no lo hace la está perdiendo, a los ojos de los demás. 

El toro no es ser racional, por tanto solo puede tener la Dignidad (en el sentido filosófico de valioso) que el hombre le concede, y el hombre le concede cierto grado de dignidad al designarle para que sea su colaborar en la realización de una obra de arte, al torearle. El hombre se enfrenta al toro con gran riesgo para su vida con tal de poder expresar su sentimiento torero, de artista. Para ello elabora unas normas de cómo ha de desarrollarse la corrida, que debe cumplir fielmente, aceptando libremente que puede morir. Si luego en el desarrollo de las misma el hombre vulnera esas normas, que antes elaboró, está comportándose indignamente, pues el toro seguro que las aceptará, a pesar de que no las conoce. Para el toro la única norma es que debe atacar, embestir, y eso lo hará en mayor o menor grado, pero lo hará. Dentro de esas normas está el que puede salvar su vida si demuestra extraordinaria bravura.

Por otra parte, a una corrida de toros todos los que vamos lo hacemos por voluntad propia, por unos u otros intereses, pero libremente. Sin embargo el toro, no tiene la libertad para decidir si va o no, pero desde luego va obligado, porque se le lleva en contra de su deseo.

Además el toro no es un enemigo del torero, como a veces se suele decir, ni siquiera es un adversario. Para mí el toro es un colaborador con el torero para que éste pueda crear su obra de arte. La obligación del toro es embestir y coger; la del torero aprovechar las embestidas para crear arte, y si en ello recibe una cornada pues mala suerte, pero el toro seguirá siendo su colaborador, y cuanto mayor sea el riesgo que corre el torero al torear mayor será su gloria, gracias al toro.

Expuestas estas premisas, y esto lo queremos enfatizar, en la plaza de toros el que merece  mayor respeto es, para mí, el toro, más que todos. Una vez se le ha concedido esa dignidad hay que respetarle completamente. Nosotros, precisamente por eso, por ser superiores, debemos concederle dignidad, inferior a la de cualquier ser humano pero si suficiente, y por ende máximo respeto. Como hemos dicho, y repetimos, la corrida se desarrolla bajo unas normas hechas por el hombre, y una vez impuestas deben ser respetadas íntegramente. ¿Hasta dónde debe llegar ese respeto? Pues hasta el máximo con todas sus consecuencias. Aunque en la realidad, dependerá de cada cual, pero lo cierto, entiendo yo,  es que cuanto más dignifiquemos al toro en la plaza más digno será el torero; y una vez el hombre concede esa dignidad al toro y le reconoce como su colaborador debe respetarle completamente (continuará).

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