Rincón literario de Paco Marín

El Rincón Literario de Paco Marín: «Ángel negro»

TÍTULO:     Ángel negro

AUTOR:      Manuel Gago

EDITA:       Lince Ediciones (2018)

 

Encuadernación: Rústica con solapas. Tamaño: 15,5 x 23,5 cm. Número de páginas: 399. PVP: 19,00 €. ISBN: 978-84-17302-27-6

 

Una trama en la que se entrecruzan pasado y presente, realidad y ficción, traición y amor, una tierra marcada por los ritos paganos y religiosos, la ambición material y la fe pagana. Novela absorbente donde, como en Fuenteovejuna, se recrea la férrea voluntad de un pueblo por salvaguardar su patrimonio y su cultura. Mezcla perfecta de novela histórica y policiaca.

 

Entre los años 1960-1980 numerosos países de la vieja Europa se vieron afectados por el expolio de antigüedades, especialmente arte religioso. Era una tormenta perfecta: el concilio Vaticano II había animado a muchos clérigos rurales a desprenderse de las viejas imágenes de la piedad popular sumado al auge económico hizo que muchos coleccionistas se volcaran a adquirir el viejo arte sacro europeo, no siempre de manera lícita. Fue el mayor expolio de patrimonio cultural de la historia reciente de Europa.

Ángel negro cuenta la historia de uno de estos robos, y la lucha de los vecinos por recuperar una vieja talla que para ellos significa mucho más que la imagen de una santa y que esconde antiguos secretos.

Toda una comunidad colabora en una investigación liderada por dos protagonistas muy singulares, un capitán de la Marina Mercante recién jubilado y aficionado a la Historia local y un tabernero contrabandista de tabaco; en una historia que viaja en el tiempo desde la turbulenta edad Media hasta La Guerra Civil, del narcotráfico a la emigración: un reflejo del convulso paso de la historia en una recóndita aldea gallega para preservar su patrimonio artístico y cultural con el trasfondo del contrabando de tabaco y droga en la Costa da Morte de los años 1980.

Nicolás Bren, el capitán retirado de la Marina Mercante recibió un extraño encargo de los residentes de una parroquia de montaña de la Costa da Morte: recuperar la figura robada de una Santa Mariña de la que eran muy devotos. Nuestro capitán reconvertido en investigador, junto al tabernero contrabandista, se zambullen en una historia que va desde una Galicia secreta hasta el corazón de Europa.

Ángel negro es un relato de amor a Galicia, a esa tierra dolida, de inmigrantes que vuelven cargados de riquezas, pero también de los que fracasaron en un intento de una vida mejor

Manuel Gago (Ribeira, La Coruña, 1976) es doctor en Ciencias de la Información por la Universidad de Santiago de Compostela. También es editor de Capítulo Cero, el blog en activo más antiguo de Galicia y el primer blog gastronómico en España. Gago ha explorado el territorio de los antiguos mitos galaicos en Vento e Chuvia. Mitoloxía antiga de Gallaecia, que recibió el Premio al mejor libro educativo de Galicia. En la actualidad, es director de culturagalega.gal, el portal de divulgación cultural del Consello da Cultura Galega, y profesor de la Universidad de Santiago de Compostela. Gago colabora de forma habitual en numerosos medios de comunicación gallegos, como La Voz de Galicia, El Progreso, el Diario de Pontevedra o la Radio Galega.

 

Manuel Gago nos ofrece la primera entrevista del año 2019 para los lectores de “Cartagena Actualidad”… Gracias…

 

P.- ¿Quién es Manuel Gago?

 

R.- Pues soy un armadanzas, un liante, un entusiasta congénito y un curioso poco pertinente. Me dedico a hacer preguntas, a esbozar respuestas y a rebuscar dentro de los cajones y debajo de las camas, entre el polvo, a la búsqueda de historias. Otra forma de verlo es que soy periodista cultural y profesor en la Universidad de Santiago. Todas son muchas formas de lo mismo.

 

P.- ¿Cuándo, cómo y por qué nace Ángel negro?

 

R.- Los libros nacen cuando tú naces, se forman contigo durante toda tu vida. Lo que ocurre es que después, en un momento determinado, fermentan y se vuelven algo tangible, algo que tiene sentido de por sí. En el caso de Ángel negro, nació a partir de mi experiencia de trabajo en proyectos de recuperación de patrimonio cultural con comunidades rurales y de muchos viajes, como dirían don Álvaro Cunqueiro y don José María Castroviejo, por las montes y chimeneas de Galicia. En todos esos viajes, siempre aparecía el relato del expolio, del robo, de la memoria de algo muy íntimo de esas comunidades sustraído en unas determinadas décadas.

 

P.- ¿Se ha creado alguna ruta literaria por los lugares que se nombran en la novela?

 

R.- Es un fenómeno muy interesante, porque el centro de la ambientación de Ángel negro es la Costa da Morte, una abrupta línea litoral de la provincia de A Coruña, pero los principales escenarios son inventados, o mejor, recreados, a partir de la suma de muchos lugares de Galicia. Y lo que ocurre es que muchas lectoras se construyen una ruta por su cuenta, combinando los sitios reales, como la hermosa villa de Corcubión, con -y esto es lo interesante- otros que ellos interpretan como inspiradores de los espacios imaginarios de Ángel negro. En todo caso, es una ruta apasionante por parajes maravillosos, tanto en lo paisajístico como en lo cultural.

 

P.- ¿Sigue existiendo dicho expolio, en la actualidad?

 

R.- Por desgracia, sí. Quizás no de manera tan acusada como en los años 70 y 80, pero tenemos numerosas evidencias que encajarían totalmente en la novela. Pongo sólo tres datos comprobables por el lector a golpe de Internet: el asesinato del cura de Vilanova dos Infantes en 2015 y la desaparición de la veneradísima imagen de la Virxe do Cristal, que él custodiaba. La jueza acaba de archivar el caso, y el crimen sigue sin resolverse. O el juicio que se celebrará en 2019 a un antiguo cura párroco, acusado del robo de cuarenta imágenes religiosas en la diócesis de Mondoñedo-Ferrol, o el desmantelamiento en 2018 en Salvaterra do Miño de una red de tráfico de antigüedades y arte sacro por parte de la Guardia Civil.

 

P.- Lo que narra es un remedo de Fuenteovejuna, ¿es así el carácter de las aldeas y parroquias gallegas?

 

R.- Sí. Frente al tópico de la resignación y el silencio que muchas veces se vende fuera de Galicia, la verdad suele ser todo lo contrario. Las comunidades rurales gallegas tienen una tradición ancestral de defensa colectiva de sus intereses y son gente muy práctica, que no le tiene miedo a nada ni a nadie. Una de las claves de la novela es lo que yo llamo el “ejército de los humildes”. Gente que trabajaba como obreros, cocineras, criadas, marineros por toda Europa, América y los océanos, muy conectadas entre sí y que recurren a métodos, digámoslo así, poco ortodoxos y ‘creativos’ para intentar recuperar lo que es suyo sin hacer ruido.

 

P.- Realmente ¿Quiénes estaban involucrados en este «robo consentido»?

 

R.- La novela está construida a partir de cinco robos reales que sucedieron entre las décadas de los 70 y los 90 en diferentes sitios de Galicia. No fueron denunciados ni por los párrocos ni por las comunidades. En algunos casos, las comunidades fueron capaces de recuperar las piezas, o incluso de impedir que se robaran; en otros, perdieron su patrimonio para siempre. En estos relatos siempre se incrimina al párroco como intermediario y a veces los vecinos recurren a gente conectada e influyente con la que tienen vínculos, para intentar conocer a dónde se fueron sus veneradas imágenes. Con esos mimbres tejí mi historia.

 

P.- Sus géneros y autores favoritos ¿son?

 

R.- Me gusta de todo dentro de la narrativa o el ensayo. Tengo debilidad por la narrativa histórica y la fantástica, pero en realidad, por mi trabajo, intento estar muy al día en los diferentes géneros. Y más que un autor o autora favorita, realmente tengo mis autores del momento. Estos días me fascinan Éric Vuillard, Ralph Rothmann y Pierre Michon, me interesa el oficio de Bernard Cornwell o Simon Scarrow y la brillantez de Gonzalo Tavares, por poner algunos ejemplos.

 

P.- ¿Qué está leyendo ahora mismo?

 

R.- Siempre leo varias cosas al mismo tiempo. Me estoy divirtiendo mucho con Una lección olvidada, de Guillermo Altares, acabo de terminar Galíndez de Vázquez Montalbán y he iniciado un brillante opúsculo del mismo autor, Historias de política ficción; le meto el diente a Conversas con Paco del Riego, una serie de entrevistas del veterano periodista Perfecto Conde a un gran activista cultural gallego del siglo XX.

 

P.- Como lector, prefiere: ¿libro electrónico o papel?

 

R.- Yo le pego a todo. Soy un defensor de la lectura electrónica desde los años 90 y combino siempre la lectura de libros en mi tablet o en el móvil con las ediciones de papel, tanto ficción como ensayo. No hago distingos. Sí le doy al papel algo que no tiene lo electrónico, que es precisamente como lo convertimos en ‘patrimonio’. Cuando publiqué mi primer libro de ficción, Vento e chuvia, un lector joven me pidió que le dedicase el libro para sus hijas. Yo le dije que con la edad que tenía era imposible que sus hijas pudiesen incluso leer.  Y él me contestó: “No, quiero que se lo dediques para cuando crezcan y sean capaces de leerlo”. El libro tiene esa increíble capacidad de perdurar en el tiempo.

 

P.- ¿Qué manías tiene a la hora de escribir?

 

R.- Tengo unas cuantas manías, ¡eh! En primer lugar, soy una persona que trabajo unas diez horas al día, así que mis tiempos de escritura están muy medidos. Empleo el tránsito entre mi casa y mi centro de trabajo para diseñar las tramas y los argumentos. Cuando estoy en ya la fase principal de escritura de la historia, suelo hacer muchos trabajos físicos. Corto leña, desbrozo fincas con maleza, recompongo muros. Durante ese tiempo de trabajo rutinario desmenuzo al detalle todo lo que voy a escribir luego, por las tardes. El trabajo físico me da vigor para escribir.

 

Mis principales horas de escritura son por la mañana, antes de ir a trabajar. Me levanto antes y esas primeras horas son auténtico oro cerebral. Después ya todo se complica. Y me gusta escribir, en la medida de lo posible, teniendo al lado algún fetiche relacionado con la época o los personajes con los que estoy trabajando. Puede ser desde una moneda de la época, insignias, postales…

 

P.- Relate alguna curiosidad literaria que le haya ocurrido y no ha desvelado hasta hoy…si la hubiere.

 

R.- Cuando publicas un libro abres una especie de caja de Pandora imprevisible y nunca sabes lo que va a ocurrir. Es como si tocases teclas del imprevisible instrumento musical del mundo. Cuento dos cosas. En mi última novela, O exército de fume (Xerais, 2018), que gira alrededor de un sabotaje que realiza la guerrilla a una instalación militar alemana en Galicia, uno de los protagonistas se llama Brais, y es de una aldea real que se llama Brantuas, que está en Ponteceso. Pues en la presentación del libro me apareció una chica y me enseñó una foto de su cartera: “este niño es Brais y nació en Brantuas”, me dijo!  Quizás lo que me gusta es participar en redes de complicidades con mis lectoras y lectores. Como cuando nos coordinamos para firmar los libros que le quieren regalar a sus seres queridos, y todo eso es un contrabando de ejemplares entre libreros, camareros de bar, porteros de instituciones, mi familia y yo mismo.

 

P.- Venda su libro… ¿por qué hay que leer Ángel Negro?

 

R.- Pues porque es una historia emocionante que es probable que le coja de cerca a muchas lectoras, que guardarán en su memoria sucesos similares que pasaron en sus pueblos, porque esto es un problema que fue común no sólo a Galicia, España o Portugal, sino a toda la Europa y América católicas. Me gustan los libros que abren puertas de nuestra memoria que pensábamos que estaban cerradas. Pero también porque es un libro pensado para la gente de hoy: currantas y currantes que, por circunstancias familiares o laborales, tienen poco tiempo para leer, pero no quieren renunciar al placer de una lectura inteligente, que les abra puertas y les haga estar buscando todo el tiempo cosas en Google. Ángel negro es una lectura sin remordimientos, llena de personajes fascinantes que te llevan de ganchete por una Galicia muy poco conocida.

 

P.- Sus planes a corto y medio plazo ¿son?

 

R.- Pues tengo varios proyectos importantes. Estoy trabajando en el diseño de una gran exposición para finales de este año 2019, y eso me consumirá mucho tiempo, especialmente de la primera mitad del año. Y después tengo que finalizar tres proyectos literarios iniciados: una obra teatral, una novela que ya he reescrito cinco veces y que puede que le caiga una sexta revisión a fondo -va evolucionando conmigo-, y otra pequeña novela corta que quizás me ha dado los más divertidos momentos de escritura que he tenido hasta el momento.

 

 

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