Errejón, el Tenorio rojelio
Resulta que Errejón sólo ha querido actualizar nuestra literatura. Don Juan y el Quijote son los dos mitos literarios españoles más universales. Don Iñigo Errejón no ha querido el mito del caballero que enderezaba entuertos, hacía justicia a las damiselas, lleno de amor platónico. Errejón ha preferido al seductor engañador que conquista, atrae, violenta, destroza y abandona mujeres. Tradicionalmente se representaba don Juan Tenorio el día de Difuntos, dos de noviembre. Este año, cercano ya noviembre el personaje Errejón, literario sin saberlo, ha querido emular al don Juan de Zorrilla. Errejón tenorio rojelio, bandarra, promiscuo y delincuente sexual presunto (según su propia ley del sí es sí debería estar ya en calabozos). Hacerse el interesante, engañarlas -¿todas engañadas?-, meterles mano y tirarlas a la basura. Dicho en los versos del drama:
“Partid los días del año
entre las que ahí encontréis.
Uno para enamorarlas,
otro para conseguirlas,
otro para abandonarlas,
dos para sustituirlas
y una hora para olvidarlas.”
Los españolitos estamos ya curados de espanto y los desmanes de los políticos no nos impactan apenas, pero la dimisión del impoluto niño prodigio de la ultraizquierda, el pequeño Iñigo Errejón, ha generado un cataclismo enorme, y aún mayor en esa izquierda tan diversa, tan aséptica, tan rigurosa, tan exigente, tan racional, tan desprovista de adherencias religiosas anticuadas, tan devota de la diosa razón progresista y de la perfectérrima (sic) relación adulta entre géneros, floras y faunas.
La corrupción de los (supuestamente) mejores, resulta lo peor. Corruptio optimi pessima.
Es más fácil de disculpar el error que la mentira. Resulta por ello muy vergonzante y contradictorio para el último neoproyecto político de Yoli, que su portavoz parlamentario se haya defecado en su propio decálogo laico, garante del feminismo más exigente. El pecado de escándalo en la cofradía de Sumar y Mas Madrid; Errejón pillado con las manos en la masa, como cualquier señor de las derechonas hipócritas.
Que un señor de derechas, por lo tanto casposo, con olor a naftalina y colonia Brummel, con su whisky en copa tipo balón, bigotillo recortado, probable amante de los toros y de los desfiles militares sea un sucio salidorro, deje a las tías tiradas, se comporte como grosero, guarro y violento en la cama, y sea adicto a drogas, no dejaría ser algo esperado en el manual de la dialéctica rojelia que predican estos sabios politburós y su distinguida lideresa. Pero resulta que tras pillar con el carrito del helado de violencias sexuales al egregio diputadín Errejín, portavoz en Cortes se encuentran en Sumar redirigiendo ruta en su navegador GPS TomTom particular; no entienden qué puede haber fallado porque ellos, por definición, no pecan. No creen en el pecado ni en la concupiscencia de la carne. Son ateos y por ello no pecan; seres de luz, filántropos con muchas exigencias éticas, estéticas y consentimientos por triplicado para cada expresión afectiva a sus novias o partenaires de múltiple pelaje. Dice el ministro de Sumar, Urtasun que “los mecanismos de detección y prevención han fallado”. No te giba. Sobretodo porque no había ninguno, todo se basaba en la innata bondad rousseniana de una izquierda naíf. Pura soberbia y astronómica ignorancia sobre los recovecos del alma humana. Ni idea.
El escándalo del personaje Errejón ha horadado por tanto un supuesto sistema infalible sobre las relaciones humanas, que solo tenía una premisa: el consentimiento recidivante. Basar las relaciones de pareja exclusivamente en el consentimiento, sin ninguna otra consideración porque no hay un valor, un fin, un sentimiento, un amor pretendidamente duradero. El modelo es que no hay modelo, salvo que todos somos inmarcesibles y asépticamente perfectos, higienizados en salud sexual y reproductiva. La sexualidad no está orientada al amor por ser algo medieval y represivo, no hay amor, sino sexo diletante, lúdico, no hay verdades profundas ni antropología que lo sostenga. Hay tal odio anticristiano, que darle sentido al cuerpo y a la sexualidad se les antoja propio de beatas reprimidas y catolicones peligrosos. Somos mera anatomía, meros potenciales de acción de nuestras neuronas, orgasmos sin sentimiento.
Errejón, no obstante, parecía diferente del rijoso desaliñado Pablo Iglesias, que gozaba con azotes y nalgas equimóticas; Errejón, Errejín el aseado, estatura escasa, inteligencia elevada, orejas de implantación baja… ¿qué tenía el mancebo con esa capacidad promiscua? Marañón en sus ensayos hablaba también de cierta antiestética física del personaje donjuanesco…
Gregorio Marañón escribió además: “Don Juan es incapaz de amar, aunque sea temporalmente a un tipo fijo de mujer. Busca a la mujer como sexo. La mujer es para él tan solo el medio de llegar al sexo (…) Don Juan es fundamentalmente tramposo. No repara nunca en los medios para conquistar a sus mujeres. Toda incorrección o fechoría le parece una gracia.”
¿Y ahora qué hacemos con el pimpollo don Íñigo? Sí sabemos lo que van a hacer los de su antiguo partido: Machacarlo. También sabemos lo que harán sus rivales de la derecha: Decir, nosotros no somos como ustedes, somos conserrvadores pulcros, limpios y coherentes. Otra mentira, porque la concupiscencia humana es común a izquierda, derecha, norte y sur. Pienso que Errejón ahora mismo corre peligro de suicidio. El puritanismo progre lo señala y las derechas le recordarán sus incongruencias. La misericordia no existe en la política.
Me niego a reducir todo a un debate izquierda-derecha o a analizar si lo que hizo es delito o no. Somos carnales, somos sexuados y sexuales; esta sexualidad está hecha para el amor, y no podemos dejar de decirlo. No eliminemos eso de la educación de nuestros hijos. El anhelo escondido humano es monogámico y duradero: Te quiero a ti, solo a ti y para siempre. Estamos hechos para amar, también con nuestro cuerpo y el mejor sitio para aprenderlo se llama familia. Las alternativas exclusivamente materialistas sólo se apoyan en la buena voluntad (y la buena voluntad no basta) desconociendo el alma y la fragilidad humana. El caso Errejón ha sido un ejemplo luminoso para comprobar que el algoritmo progrelaicista sexualizante no funciona.
Hace pocas semanas el gobierno actual de coalición socialista-comunista ha lanzado una campaña en la que dice que el porno es malo; que no es bueno para los niños y adolescentes. Parecían catequistas parroquiales. Al final han llegado ellos solos a esa conclusión. Tarde, pero han llegado. Son lentos en reconocer que la mierda no es buena a ninguna dosis. Igual estos polvos vienen otros lodos, igual.
En el ultimo acto del Don Juan Tenorio, éste resulta perdonado por el amor de Doña Inés. Lo tiene muy difícil Errejón, el sistema no le va a perdonar. Quizá deba buscar en otra dirección. El Amor vence, el Amor vence siempre, como Cristo ha vencido. (Juan Pablo II a los jóvenes en Chile, 1987)
Juan M. Uriarte