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Los domingos y “las domingas”, por Ramón Galindo

Y con esto poco a poco en Madrid ya llegaron los mítines, mítinos y mítinas en los que cargos públicos “caguen en público y cargas púbicas” se desgallitan ofreciendo el maná “el mané y el manò” no vaya a ser que les baje el caché “el cachó o la cachá”.
Yo no sé bien si esta pareja trabando los fines de semana, a él le hará ilusión verla los domingos o verle las domingas. Y así como niños de primaria, inventando palabras, han recurrido a esta nueva técnica de encantamiento de serpientes para lograr engañar a los pocos que les queden por engatusar.
¡Pero que podíamos esperar de estos! La mayoría de ellos sin estudios, sin cotizaciones conocidas a la Seguridad Social, o muy pocas. Sin haber aprobado oposición alguna, y cuyo mayor logro ha sido trabajar de dependiente o dependienta, un par de años como mucho.
Pero que tengan cuidado los demás…, que “a un panal de rica miel dos mil moscas acudieron, que por golosas murieron, presas de patas en él”.
Y vayan “esos demás” repasando currículums e historiales de todos ellos, no vaya a ser el demonio que tanto que criticamos a la Lastra y el Rufián, se nos llene el escalafón de “vendetuercas, doblacamisas vendeteléfonos y vendepoyas” y que ahora se reubiquen de vendedores del elixir de la vida. Solo les falta el sombrero de copa y la carreta.
Y así en este magnífico domingo, como de costumbre, a vuestra salud y en perjuicio de la mía, enciendo el puro de los domingos y en el móvil tecleo estas letras con la excusa de enviaros un fuerte abrazo a amigos y familiares.

Ramón Galindo.

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