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PENSANDO EN VOZ ALTA: CIENCIA VERSUS IGNORANCIA

PENSANDO EN VOZ ALTA

CIENCIA VERSUS IGNORANCIA

«La ignorancia afirma o niega rotundamente, la ciencia duda» -Voltaire-

Debo sentirme dichoso y satisfecho al ver las reacciones que mi columna semanal suscita en quienes tienen la deferencia de leerme. Muchos de ellos expresan su opinión, tanto, públicamente como en privado. Unos me aplauden, gracias, y otros me tiran de las orejas expresando su disconformidad con lo escrito, gracias. Esto ha ocurrido la semana pasada con la titulada: “Recordando el 23F-1981”.

Veamos. Varios amigos; todos mis lectores, conocidos o no, son mis amigos; han expresado su desacuerdo, no tanto por los dos temas que albergaba, sino por la forma de tratarlos. Reitero que han expresado su desacuerdo con, más o menos, la siguiente frase: “… no hay conclusiones, no hay opiniones. Varias preguntas en el aire. Pareciese que no tiene idea del asunto que está tratando…”. Agradezco este tirón de orejas, pero teniendo más o menos idea de los temas tratados me remito a las palabras que encabezan la columna de hoy: “La ignorancia afirma o niega rotundamente, la ciencia duda”. Me siento más próximo a la ciencia que a la ignorancia. Hay temas en los que, conscientemente, plantearé interrogantes para que, a su vez, el lector también lo haga y extraiga sus propias conclusiones. Tengamos en cuenta que en ciertos temas es muy difícil tener criterios claros y rotundos pues la información que nos llega la mayoría de las veces es sesgada y tiene el altavoz de quien la redacta y, sobre todo, de quien la paga y eso me crea zozobra y dudas. En más de una ocasión he mencionado lo difícil que es, para mí, desarrollar un tema cada semana. Siempre recuerdo las palabras de Michael Reid -Editor senior de “The Economist”– al afrontar la labor de escribir una columna de análisis: “… El comentario analítico debe abordar asuntos que están en la memoria de la gente de la región, a veces noticias que no son las principales, pero si importantes para un país y afectan a las regiones”. Y eso es lo que intento hacer, más no siempre sale como uno espera.

Normalmente no afirmaré ni negaré rotundamente nada, la duda estará siempre presente… más, caminaré con esta alforja a mis espaldas y las requisitorias siempre estarán ahí, gusten o no, pues la vida exterior nos obliga, nos coacciona y nos aturde con infinitos e incesantes requerimientos. La rueda del tiempo nos ofrece una rítmica mudanza. Lo que ocurre es lo de menos. Lo incesante, lo inagotable es el caudal de gracia y de cultura que nace del espíritu humano capaz de teñir todos esos sucesos de una tienta persuasiva nueva.

Hay quien compara esta prosa semanal, y otras similares, con la función que ejerce el médico de ‘cabecera’ en las familias. Comenta: “Muchas veces esta insigne figura familiar no nos aplica un remedio especial ni se distingue por las virtudes de su terapéutica; estamos un rato con él, y mantenemos una conversación sin más. Pero en esta función aparentemente irrisoria está implícito un raudal de salud. A este remedio, ¿escasamente científico? Se le podría llamar la buena compañía”. Me parece muy halagadora la comparación.

Como siempre digo, esta columna tiene excepcionalmente la virtud de un proemio. Es por un instante una pausa, es un sentarse a la sombra de quienes, con paciencia, me siguen y les pido disculpas si no estoy siempre a la altura exigida.

Para ir acabando quiero aclarar a un muy buen amigo, sobre lo que escribí del 23F-1981. No siempre se puede decir públicamente lo que uno sabe o conoce, máxime cuando se trata de cuestiones militares.

Quien esto escribe, el 3 de julio de 2017publiqué en otro rotativo un “Pensando en voz alta” titulado «Militares españoles». Pues bien, al mediodía recibí una llamada de un alto mando del SIM -Servicio de Inteligencia Militar- interrogándome sobre la columna y demandándome las fuentes de información que habían servido de base para su redacción. Me comentaba que varios medios nacionales iban detrás de dichos datos y no los habían conseguido. Evidentemente, entendió que no se las facilitara. Un detalle por su parte fue felicitarme por la misma. Desde entonces, como comprenderán, ando con pies de plomo. Ni afirmo, ni niego, dudo, dudo mucho o lo que es lo mismo: ciencia versus ignorancia.

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