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PENSANDO EN VOZ ALTA: CONTEMPLAR EL DÍA A DÍA

PENSANDO EN VOZ ALTA

CONTEMPLAR EL DÍA A DÍA

Cuando uno es aficionado a la lectura, en muchos momentos hace un alto en el camino y piensa: “que exagerado son los autores” o “como retuercen la historia para distorsionar la realidad”. Pero, si en ese alto volvemos la cabeza y miramos la vida correr, contemplamos el devenir del día, observamos que la realidad supera a cualquier “escribidor”.

Hemos iniciado el año con, por lo menos, unos hechos que nos han sobrepasado, creo. Asalto a la ‘democracia estadounidense’ y, nuevamente, medidas dispares para combatir el covid-19 en cada una de las diecisiete autonomías más Ceuta y Melilla… pareciese que el ‘bichito’ tuviese nacionalidad propia. A esto hay que añadir nevadas y temperaturas en el suelo patrio nunca vistas hasta ahora.

Normalmente cada nuevo año suele sorprender al personal. Ahora bien, cuando se ha doblado más de la mitad de la vida, el cumplimiento en el calendario de una anualidad ya no produce ni expectación ni zozobra. ¿Para qué? A medida que hemos ido avanzando en nuestro itinerario las circunstancias que nos han acompañado también, en cierto modo, nos ha hecho.

Durante mucho tiempo nos creemos únicos, individuales, en la península de la vida. Conforme ésta avanza y el almanaque pierde hojas cada uno de nosotros deja de ser un elemento individual y autónomo para convertirse paulatinamente en una mezcla de sí y de otros. Pensad estimados lectores que buscada o no, tenemos una determinada configuración en el complejo social, que lógicamente ya no es nuestra del todo.

Contemplar el día a día es contemplar la vida y al prójimo y que el próximo te reconozca. Hemos de tener en cuenta que nuestra vocación es manifiesta ya que se nos reconoce por una serie de aditamentos que el tiempo nos ha puesto: negocios, familias, quehaceres, virtudes y vicios que nos acompaña. Efectivamente, nos reconocen y reconocemos; pero de pronto hay hechos que nos dejan ojipláticos y no contentos. Las calles, los locales sitos en ellas; al igual que las personas, cambian e incluso dejan de existir. Paseando por las calles de la trimilenaria -Cartagena, España- en estos días, la rabia, la impotencia y el cabreo aumenta con el andar pausado al tomar nota de lo que ha desaparecido o a punto de. Todo como consecuencia de la mala gestión de la pandemia. El no haber una única decisión y el no haber una única mano ejecutora hace que todo se convierta en un pandemonio y que lo que en un sitio vale, en otro no… en fin mucho bla, bla, y poca eficacia. Asombra que, por ejemplo, una cafetería/restaurante, mítica en la ciudad, fundada en el año 1932 del pasado siglo, sita en la calle Mayor, haya echado la persiana. Me refiero al «Columbus».Impensable, pero cae la hoja del almanaque y cae este y otro local, más joven, frente por frente. Treinta años sirvió al público cartagenero… ‘Zara’. También ha echado la persiana algún que otro banco. No son los únicos… otros han caído, caen y caerán cualdeshoje de una flor.

Contemplar el día a día supone dar un valor al paso del tiempo y recoger el cariño de quienes te acompañan en tu deambular. Qué triste tiene que ser que en el largo periplo de la vida alguien no haya sabido, o no ha podido, recoger un poco de cálida compañía y unapizca de amor.

Contemplar el día a día para muchos, reconózcanlo, es registrar que lo que nos va a acontecer nada nos importa; lo que importa es lo que nos ha ocurrido. Todos los días del año tienen su admirable sesión retrospectiva. Ahora que comienza un año nuevo vemos por el ‘espejo retrovisor’ todos los años viejos que llevamos encima, más esto no nos puede impedir contemplar el día a día.

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