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PENSANDO EN VOZ ALTA: ¿DE QUIÉN ES LA CULPA?

PENSANDO EN VOZ ALTA

¿DE QUIÉN ES LA CULPA?

Por mucho que alguien diga que España va como un cohete, ¿para arriba o para abajo?, las cifras diarias, los comentarios diarios y las opiniones del llano pueblo señalan que España va como un petardo, en general.

¿De quién es la culpa?, de los (des)gobernantes o de los (des)gobernados. Pienso que la culpa es de nosotros, los (des)gobernados, por no poner pie en pared y gritar: ¡Hasta aquí! No es repetir un “23 de febrero”, no es volver a asaltar el Congreso de los Diputados, no es volver a pegar unos cuantos tiros, ¡NO! Es elegir gobernantes serios, no gobernantes salpicados por una y mil “porquerías”, no gobernantes asaltados por una y mil acusaciones de enriquecerse a costa del pueblo, no gobernantes que digan una y mil veces blanco cuando ellos desean negro, no gobernantes que predican una doctrina ciudadana de comportamiento y ellos hacen lo contrario. Soy consciente de lo difícil que es conseguir lo anteriormente enunciado; pero si podemos conseguir que se respete el resultado de las urnas y no convertir el Congreso y por ende el Gobierno en un mercadillo donde uno compre algo a cambio de que se haga con el poder el que no ha salido ganador en las votaciones.

Alguien me dirá que así es la (des)política; de acuerdo, entonces la culpa es nuestra por tragar día si y día también con las directrices que alguien cada mañana lanza a los llamados (des)ministros y se pasan la jornada recitando como un mantra sin fin.

La Constitución tiene que abarcar capítulos en los que automáticamente, todo aquel que mal lo haga, salga del Parlamento y, por supuesto, del gobierno. Es curioso, y es algo que me preocupa bastante, que a medida que más se medra en el (des)gobierno más memoria se pierde. Es muy curioso, insisto. Y algo se recupera cuando los (des)compañeros de fatiga comienzan a silbar y a mirar para otro lado. ¡Es curioso!

Todo lo anotado anteriormente, y alguna anotación posterior, me hace temblar al pensar en el refrán español (muy citado por mi) que dice: ‘Otros vendrán que bueno te harán’. ¿Cómo serán los que vengan para echar de menos a los actuales?

Cada día tiene su afán. Cada día aparece una nueva prédica y su contraria; sea del partido (des)político que sea: derecha, izquierda, más a la derecha, más a la izquierda, centro, mediocentro, mezcla de grupitos que nacen para (des)comerse el mundo. Da lo mismo todos resbalan en la misma porquería.

Es desesperante que madrugue un ciudadano para intentar llevar un “mendrugo de pan” y algo más a su casa y vea, y oiga las tonterías y las elucubraciones que desde allende las alfombras del Congreso y del Senado lanzan como si supieran realmente que hay al otro lado de esas paredes.

La penúltima sorpresa de estos días, digo penúltima porque seguro que ya hay otra, es el descubrir a ese diputado con cara de niño (a mi me da esa impresión) que es, o era; según noticias publicadas en todos los medios; como se dice en multitud de lugares un “picha brava” con mando en plaza. Eso sí, en sus prédicas amonestaba a todo aquel que hiciera o hiciese lo que el hacía -sería para que le dejaran el camino expedito-. Los grupos a los que estaba apuntado, que casualidad, no sabían nada, o sabían apenas. Eso sí, van a poner cursillos para que se respete al prójimo y a la “prójima”. No sabía yo que para respetar a las personas que a tu alrededor están hubiese que matricularse para prevenir, detectar y abordar no solo situaciones de acoso sexual sino también otras cuestiones por razón de sexo, psicológico, o discriminatorio en el ámbito laboral. Boquiabierto y ojiplático me quedo cuando leo estas cosas.

Me sigo preguntando ¿De quién es la culpa?

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