PENSANDO EN VOZ ALTA: FUERZA MENTAL

PENSANDO EN VOZ ALTA
FUERZA MENTAL
Todas estas mañanas, y las que quedan, contacto con algún amigo -por teléfono- y comentamos la situación personal y social de cada uno. Pero hoy, uno de ellos, me ha planteado una cuestión que me ha dejado sin habla, con un regusto amargo en la garganta y con el corazón abierto en canal.
¿Qué me ha dicho?- Paco ¿Qué siente una persona en el corredor de la muerte esperando ser ajusticiado, sin saber el día, o si… lo indultarán?- ¿Por qué me lo preguntas?- Porque es así como estamos con el bichito. En un corredor en el que no sabemos si nos va a atacar o no. Evidentemente, podemos regatear al virus con cabeza y, sobre todo, aislamiento temporal, amen, de fuerza mental.- Llevas razón…- Lo triste, Paco, es que la ‘parka’ te pille solo, sin la familia y no puedas despedirte y decirle lo mucho que la quieres… todos deberíamos de aprovechar y dejar escrito algún que otro pensamiento…
Me he quedado sin palabras y sin argumentos. Hemos continuado con cuestiones banales y nos hemos despedido hasta la próxima.
¡Madre mía! Que mal cuerpo me ha dejado… Me he dedicado, durante un rato, a caminar por el pasillo de casa… he contactado con mis hijos ausentes y he llegado a la conclusión de que es la hora de un cierto reposo mental, de acomodarse en el silencio y sentir como ante nosotros desfilan los días. El panorama al que estamos enfrentados pudiera ser no más que un delicado “exlibris” aplicado a nuestro modo de vivir, de sentir y de pensar. En efecto, también nuestro ánimo es muy gris; cuando no, negro; sin contrastes, y a penas, ahora mismo, si se ve nada en la bruma de multitud de divagaciones varias.
Pronto, ojalá, este ánimo y el paisaje parecerán lo mismo; aunque muchas cuestiones habrán cambiado. Sin embargo, habrá elementos que nos seguirán acompañando, ya que: Uno es el trozo de luz que lo conmueve, uno es su calle y su afán y su esquina; y del ánimo a los labios se eleva la misma bocanada de niebla espesa y cálida, en estas jornadas, como un imprevisto monumento de frío y dolor.
No sabemos con exactitud lo que ocurre, pero sentimos que el “mal” está aquí. Esos momentos en los que la declinación de la luz, la ráfaga de viento, la lluvia… fundan, en nosotros, el dichoso mal antes de que nos percibamos del mismo. Pero, comprendemos, aunque no lo tengamos interiorizado, muy bien que algo, muy importante, está ocurriendo. A la luz átona y desvaída de las cosas, de pronto se le añade un tono más oscuro, que acaba de darnos fe de una sorprendente mudanza. Es una nueva fronda, un ‘algo’ que nos acompañará hasta que la pandemia haya pasado.
Pero al estar en este “corredor” y no saber si el bicho me va a atacar o no, quiero hacerle caso a mi amigo y voy a dejar escritas, por si acaso, unas líneas a mi familia.
Si algo me ocurriese, algo irremediable, deciros que os quiero con toda mi alma… que sois las mejores hermanas, cuñados y sobrinos -propios y llegados-, los mejores primos. Que tengo los mejores hijos, más lamejor hija por mor de matrimonio, los nietos más guapos del mundo, mundial. A todos os adoro con locura.
Y mi compañera de viaje… ¿qué decir de ella? Gracias por estar ahí cada día, por ser fuerte y darme ánimos cada mañana. Este año, si no hay impedimentos, el 25 de septiembre,celebraremos nuestro cuadragésimo cuarto aniversario de convivencia común. Si no pudiésemos celebrarlo por mor del COVID-19, que sepas que te quiero con toda mi alma, aquí y en la eternidad.
No me olvido de mis amigos… me siento orgulloso de vuestra a mistad, siempre lo estaré, incluso en el más allá. Os quiero también.
¡Ea! Ya le he hecho caso a mi amigo y por escrito queda, con lágrimas sobre el teclado. Os deseo a todos mucha fuerza mental.