PENSANDO EN VOZ ALTA PROSTITUCIÓN: LEGALIZACIÓN ¿SÍ O NO?
PENSANDO EN VOZ ALTA
PROSTITUCIÓN: LEGALIZACIÓN ¿SÍ O NO?
El Ministerio de Igualdad, que lidera Irene Montero, prepara ya, a través de la Delegación del Gobierno Contra la Violencia de Género, los trabajos iniciales para elaborar una Ley Integral Contra la Trata.
El movimiento feminista está de acuerdo en que hay que actuar con mucha energía contra la trata, porque es «una profunda violación delos derechos humanos, de la dignidad y de la libertad de la persona y constituye una forma de delincuencia grave», como reconoce el Ministerio de Igualdad, pero no todas están unidas a la hora de establecer si habría que “prohibir o regular” la actividad de laprostitución que no está sujeta a mafias y que se vería afectada por la norma.
Por eso quiero volver, una vez más, a plasmar negro sobre blanco cual es mi postura. Postura que se mantiene inalterable desde hace muchos años. La actividad de la prostitución no debería prestarse a equívocos, pues, ha sido catalogado como el oficio más antiguo del mundo, pero siempre hay quien para asegurarse requiere de más tiempo para tomar una decisión definitiva.
La prostitución es una actividad que se realiza a cambio de dinero, y como actividad que requiere de habilidades concretas es un oficio, y que al realizarse como actividad habitual remunerada se trata de una profesión, y que toda ocupación retribuida es un trabajo, y que todo trabajo es ejercido por un trabajador. Y que todo trabajador tiene sus derechos.
Si podemos concluir, a modo de silogismo, que la prostitución la ejerce un trabajador y que todo trabajador tiene sus derechos ¿no es obligación del Estado velar por que los trabajadores tengan derecho a: elegir su profesión u oficio libremente; no ser discriminados por razones de sexo, estado civil, origen y todo lo que se pueda añadir; su integridad física y a una adecuada política de seguridad e higiene?
Antes de hacer demagogia reflexionemos sobre, reitero, el oficio más antiguo del mundo y que no desaparecerá jamás. Lo que si hay que hacer que desaparezca es “el comercio de personas” y a eso se tiene que poner el estado, dando soluciones factibles y viables para todos.
Insisto que la prostitución no deja de ser una profesión como cualquier otra en la que dos personas efectúan una transacción voluntaria. Ahora habría que añadir que sin instituciones adecuadas una verdadera economía de mercado no es posible. Lo cual significa que,sin el apoyo del Estado de Derecho, la prostitución no puede ejercerse sin seguridad jurídica y social.
La ilegalización hace que dejen de ser sujetos éticos. No están regulados ni sus derechos ni sus obligaciones. Las prostitutas están desprotegidas y se les puede maltratar. Se les puede secuestrar, pegar, violar, robar y forzar a prostituirse. Están en una situación discriminada y sin derechos. Se ha demostrado que las prohibiciones no acaban con el problema, sino que lo único que hacen es empeorar las condiciones de trabajo de las mujeres que seguirán ejerciendo. Trabajandoen malas condiciones de seguridad, limpieza, higiene y tranquilidad.
Sabemos que no vivimos en un mundo ideal y que siempre se seguirán produciendo injusticias y abusos, aunque se legalice la profesión. Sobre todo, conociendo la nula eficacia e ineptitud de quién tiene que protegernos (véase Papá Estado). Pero lo que se debe buscar es lo siguiente: garantizar los derechos a aquellas mujeres que deciden trabajar en la prostitución y limitar los abusos que hoy ejercen sobre ellas en los burdeles.
Una vez legalizada la prostitución, las que quieran continuar en la clandestinidad (para no pagar impuestos) lo harán voluntariamente y bajo su responsabilidad. Deberán asumir los riesgos.
Es bien conocido, y mil veces machacado, que la prostitución es tan antigua como la humanidad. Y todo parece indicar que la humanidad no está para muchos cambios, porque la prostitución sigue siendo demandada enormemente pese a que seilegalizara. Atendiendo a la gran cantidad de dinero que mueve, podemos asegurar que el mercado más antiguo de la historia no parece que vaya a desaparecer. Y, sin embargo, pese a no violar los derechos de nadie, está en un limbo.
¿Cómo puede el Estado decidir si se tiene que reducir una determinar profesión? ¿Basándose en qué? ¿Basándose en que a los políticos les parece una actividad denigrante? ¿Intrínsicamente perversa? ¿Deshumanizante? Quizá deberían entonces reflexionar un poco sobre su propia profesión.
El objetivo que hay que proponerse no es reducir la prostitución, sino reducir las víctimas del tráfico de blancas y personas. Y eso se consigue legalizando la profesión para establecer claramente la distinción entre prostitución voluntaria (decisión propia) y prostitución coactiva (esclavitud), y “persiguiendo fuertemente la segunda”.
La ilegalización produce la estigmatización social y persecución de una trabajadora honesta y pacífica. Muchas veces los bancos son reticentes a concederles préstamos y las aseguradoras prefieren evitarlas. Sufren el menosprecio y la discriminación que todos conocemos.
Se crearían «mercados» en donde la competencia es violenta y no pacífica como en los legales. No están basados en el contrato y la cooperación. Aumenta la violencia y la inseguridad ciudadana.
Todo producto en un mercado negro tiene un precio más alto porque la falta de oferta y falta de competencia provocan la escasez de los servicios que la gente considera indispensables. Llega al mercado una menor cantidad que la demandada. Existe más demanda que oferta y los clientes están dispuestos a pagar un precio más alto por el servicio que se les prohíbe. Además, hay que pagar al intermediario clandestino. La falta de competencia y de legalidad hace que no haya ni el control ni las exigencias que se darían en un mercado legal.
Los enormes beneficios del mercado negro incentivan que los criminales violentos entren. Provoca una delincuencia asociada, a menudo muy violenta. Existe un submundo ilegal en el que se da inmigración ilegal, extorsión, tráfico de drogas, falsificación de documentos y delitos económicos que aumentan la delincuencia y la violencia. La legalización ayudaría a luchar contra el resto de actividades.
La legalización acabaría con un foco importante de corrupción que aumenta en todos los niveles del Estado debido a la gran cantidad de policías, jueces y demás autoridades que han sido comprados, sobornados o extorsionados por las mafias, creando un gran ambiente de desconfianza por parte de la población hacia el sector público en general.
La prostitución se tendría que poder ejercer de forma autónoma o en contrato con algún empresario. Tienen que tener la posibilidad de establecer sus propios negocios.
Supone un gran recorte de libertades (impuestos, intervenciones, vigilancia) porque una enorme cantidad de recursos van destinados a prohibir y perseguir actividades pacíficas consensuadas en vez de perseguir a los verdaderos criminales y delincuentes.
Hay gente que defiende la legalización sólo por los elevados impuestos que recaudaría el Estado. A mí me parece que ésta sería precisamente una gran razón para no legalizarla. Además, está demostrado que incentiva el que muchas prostitutas que ejercen por decisión propia lo hagan en la clandestinidad para no pagar impuestos.
Antes de imaginar cosas raras sobre quien esto ha pensado… recapacite cada uno, sin sensiblerías ni juicios de valor predeterminados, que solución le daría a la prostitución: legalización ¿sí o no?