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Respeten la agricultura, por Daniel Ruiz

Desde hace un tiempo, se vienen realizando ataques al sector agrícola en Murcia, en gran medida ante la falta de soluciones y al deterioro que sufre el Mar Menor, ataques motivados por políticos irresponsables y organizaciones de dudosa reputación.

Creo que, además de injusto, es una temeridad denigrar a un sector estratégico que, supone un verdadero puntal sobre el que descansa la economía regional con más de 2.400 millones de euros en exportaciones, emplea a más de 100.000 personas, copando por méritos propios los mercados más exigentes y siendo puntero en innovación e investigación a nivel mundial.

Desde hace décadas, las empresas dedicadas a la exportación hortofrutícola vienen implantando protocolos de calidad, de seguridad alimentaria, de optimización de recursos e incluso también de sostenibilidad ambiental. Certificaciones muy rigurosas.

La agricultura representa hoy un sector de trabajo estable para miles de personas, muchas de ellas inmigrantes, que de esta manera se están integrando en nuestra sociedad, con una estabilidad laboral mayor que en otras zonas y que en la anterior crisis económica sirvió de refugio a miles de familias, para mantener unos ingresos y no tener que emigrar.

Pero no sólo hablamos de peones, recolectores, operarios de máquinas, cada vez hay más ingenieros, técnicos especialistas, biólogos, investigadores, etc., demostrando ser un sector muy dinámico y muy puntero en desarrollo tecnológico. Cada vez hay más centros dedicados a la investigación y el desarrollo, que encuentran un marco apropiado al disponer de empresas comprometidas con la innovación, universidades cercanas y personal cualificado en diferentes áreas, que van desde los productos fitosanitarios, abonos, semillas, materiales plásticos, invernaderos, maquinaria, sistemas de riego, lucha biológica, automatismos y un largo etcétera.

Estamos hablando de un tejido productivo inmenso, que depende en gran medida de producciones hortofrutícolas propias, lo que verdaderamente ha permitido crear todo este entramado de pequeñas y medianas empresas. Así son en su mayoría.

Si se ha llegado a copar los mercados más exigentes ha sido por un esfuerzo constante en ofrecer la mejor calidad a un buen precio, por aprovechar el factor climático que nos permite emplear al personal durante todo el año y racionalizar los recursos de las empresas y agricultores. Los clientes prefieren nuestros productos por ser los más seguros y gozar de una calidad suprema. Nunca es fácil mantenerse en los mercados debido a la gran presión que ejercen otros productores, que por supuesto no ofrecen los mismos estándares de calidad y seguridad alimentaria, pero que presionan los precios a la baja, reduciendo los márgenes comerciales y limitando la rentabilidad de nuestras producciones.

Por eso resulta inaceptable que intenten dañar la imagen del sector, confundiendo a la opinión pública con infundios.

Ni se derrochan recursos como el agua (que es la más cara de toda España), ni se malgastan los abonos (que se vienen empleando milimétricamente para no perder dinero, ni salinizar más los suelos), ni se emplean ya materias activas de gran impacto sobre el medio.

Nuestra dotación hídrica sigue siendo baja, pero a pesar de ello se mantiene una producción rentable. El desarrollo tecnológico ha permitido utilizar tecnología en fertirrigación, optimizando el empleo de agua y fertilizantes. Se ha desarrollado una tecnología en los abonos utilizados, que permite limitar las pérdidas e incluso beneficiarse de microorganismos para aprovechar el nitrógeno atmosférico y otros elementos presentes en los suelos.

En cuanto a los productos fitosanitarios, tenemos que decir que ha bajado el perfil toxicológico de las materias empleadas, habiendo desaparecido ya las más tóxicas y persistentes. Así muchas de las producciones convencionales no tienen residuos de plaguicidas, habiéndose incrementado las producciones con certificado ecológico.

Cada vez es más frecuente el uso de sustancias que no producen residuos químicos. Se extiende el uso de la lucha biológica, contribuyendo al equilibrio natural. Tenemos fincas certificadas en manejo de la biodiversidad, llegando a obtener niveles incluso mejores que en zonas protegidas o de reserva.

Nuestros suelos hoy son más fértiles, permitiendo mantener buenos niveles de producción, a pesar del castigo que sufrimos con demasiada frecuencia por las bajas dotaciones hídricas y la salinidad.

Tenemos más abejas en nuestros campos, más pájaros, reptiles, anfibios, rapaces, etc., y eso indica que el campo cada vez está más vivo. Estamos consiguiendo un equilibrio natural, a la vez que mantenemos nuestras producciones, permitiendo que el desarrollo socioeconómico sea integral y compatible con los ecosistemas.

Nuestro modelo es sostenible y si no interfieren negativamente factores exógenos, esperamos que siga siendo un ejemplo de sostenibilidad, de negocio no especulativo. Un sector agrícola ejemplar, con ganas de afrontar los nuevos retos que se le plantean, pero que no es inmune a las amenazas, por lo que pido a muchos que, antes de hablar mal de él, se tomen la molestia de conocerlo y comprobar su verdadera dimensión.

Daniel Ruiz, Sota de Palos.

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